Tablero Agile (serie Agile, parte 3)

Entre las múltiples anécdotas acerca de coaching que puedo contar, me viene a la mente una en donde una líder de equipo se negaba a ser acompañada por un coach. Ella ya tenía montado un tablero Agile y pensaba que con eso bastaba.

—No hay mucho que puedas hacer aquí. Nosotros ya trabajamos con metodología ágil —aseguró en tono seco. 

Su comentario encendió una primera alarma: Agile no es una metodología (en este blog ya hablamos al respecto, puedes leer el artículo here).

—¡Excelente noticia! —respondí, recordando que una de las primeras reglas del Coaching es que el Coachee quiera ser coacheado y ése, evidentemente, no era el caso.

Entonces le dije: 

—En realidad, fue tu dirección la que me asignó a tu equipo, pero deja hablo con ellos y les explico que no me necesitas, que sería mejor que me asignen en otro lado. 

Ella asintió satisfecha y señaló a un muro cerca de nosotros.

—Ahí está nuestro tablero. 

Conversamos unos minutos y mi diagnóstico se confirmó: no tenía mucha idea acerca de lo que implica el trabajo ágil. Sus esfuerzos se habían concentrado en montar el tablero Agile. Nada más. Aún le faltaba mucho por aprender y hacer.

El caso de esta persona, llamémosle Mariana, no es un caso aislado. En distintas organizaciones y en distintos equipos se ha pensado que Agile es colocar papelitos coloridos en las ventanas. La herramienta se vuelve el todo, dejando en segundo plano el objetivo detrás de ella. 

La punta del iceberg

Empecemos por lo básico: SCRUM es un marco de trabajo incompleto. No lo digo yo, lo dice el mismo SCRUM. Esta es una característica que le permite ser flexible. Sin embargo, ello le obliga a buscar herramientas en otro lado. Tal es el caso del tablero, el cual no es de SCRUM (por más famoso que sea). En realidad, el tablero es una herencia de KANBAN al resto del mundo Ágil.

Por ende, los llamados “Tableros Agile” son en realidad, “Tableros Kanban” y, con un poco de suerte, son tableros de equipos que SÍ son Kanban. 

Dejando esto en claro, podemos decir con plena seguridad que los tableros son apenas la punta de un  iceberg. Pequeñas ventanas de un gran universo. Sin importar qué tan chulos, guapos, coloridos, formales o informales sean, si son cargados o ligeros, en realidad son (o deben ser) el reflejo de todo lo que hay detrás

Los tableros son medulares, pero, por sí solos, no sirven de nada. Son las prácticas, principios y valores que los fundamentan los que les dan valor.   

Un iceberg sin punta no es un iceberg

Las reglas de Kanban son claras: siempre debe haber un tablero. Estos son esenciales para operar; de ellos se derivan las métricas, los análisis, y sobre todo, la famosa conversación diaria, durante la cual, como fogata al más puro estilo campamento scout, el equipo se reúne para contar las anécdotas del día. 

Si te dijera: “Piensa en un elefante”, a tu mente llegaría la imagen de un elefante y no propiamente la palabra “elefante”. Esto es porque los humanos somos seres visuales que generamos imágenes mentales; imágenes verbalizamos al tratar de compartirlas. A su vez, la contraparte escucha y conjura imágenes dentro de su propia cabeza. 

Como consecuencia, el elefante en el que el emisor del mensaje pensó será una imagen distinta a la que el receptor se imaginó. Y eso es perfectamente normal, porque se transforma de ida y vuelta, en un ciclo repetitivo. 

¿Qué pasaría si la imagen fuera una foto y no tuviéramos que verbalizar? Si tan solo le mostráramos la foto a la otra persona, obviamente el elefante en la mente del emisor sería idéntico al de la mente del receptor. 

Ésta es la magia del tablero. Frente al gran reto de “ver” los que está pendiente, en curso, y terminado, el tablero se vuelve en una potente herramienta que ayuda a gestionar con transparencia y orden las cargas de trabajo. Nada queda a la imaginación. El traspapeleo se vuelve casi imposible. 

Y ya que estamos hablando de magia: ¿qué tal dejar de generar reportes para dar estatus de avance? 

Con un simple vistazo al tablero agile, cualquier interesado puede darse una buena idea de lo que ya se hizo, de las tareas en proceso y de lo que falta. 

Conclusion

Para cerrar, te dejo tips acerca de las mejores prácticas de trabajo ágil here.

Espero que haya quedado claro por qué un tablero Agile resulta tan útil. No obstante recuerda que, a pesar de ser poderosa, el tablero sólo es una herramienta que sin todo lo demás, de poco podrá servir.

Si estás interesado en ser Agile, te recomendamos leer otros los artículos que publicamos el 1 de noviembre, 19 de agosto, o junio 15 de este año en nuestro blog. También hay publicaciones anteriores. Da clic here o contacta a alguno de nuestros asesores por medio de nuestra página: www.coacharte.mx. Agenda una cita y un experto te podrá asesorar.

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